domingo, 30 de diciembre de 2007

A tu manera...

4 Arengaron conmigo

Me gusta tu manera de morir.

Tibia y jugosa.

Me gusta tu manera de huir de mí.

Me gusta no encontrar siquiera donde buscarte.

No quiero. pero me gusta tu manera de morirte.

Podria empezar a salvarte y sin embargo me quedo...

Quieta, inmovil. cerca. mirandote agonizar, desde la mas ansiosa
espera.

Me gusta tu manera de llegar hasta el final contando los centavos.

Disfruto cuando en lugar de celebrar, te quedás chupando clavos.

Porque sos uno más. No sos el ultimo, tampoco fuiste el primero.

Me gusta ver que pasas inadvertido. Que en uno o dos dias, serás olvido.

Me gusta verte morir, y no poder renacer. Aunque uno nuevo te suplante,

vos ya no sos parte.

Me gusta tu manera de morir. Despacio. Lenta-Mente. Miento cuando digo que
no.

Miento si te pido perdón. Quiero que te mueras. Quiero que desaparezcas de
una vez.

Ya no me importa tu longevidad. Sos tan predescible como todos los demás.

Duraste lo mismo que los anteriores, ni mas ni menos, que 365 lunas y
soles.

Me gusta verte partir. No quiero que vuelvas.

Morite de una vez...



AÑO DE MIERDA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

sábado, 29 de diciembre de 2007

¿Mirar atrás sin rencor? (Fuckin' 2007)

0 Arengaron conmigo


  • Regresar no siempre es para el reencuentro. Muy por lo contrario, creo que el regreso, es siempre a un estadío anterior. A un lugar del que necesariamente se tuvo que salir. ¿Para qué volver? ¿Para qué?
    La involución no es mi especialidad pero debo admitir que últimamente estoy teniendo regresiones indeseadas. Innecesarias, al menos. Pero igual estoy tratando de sobrellevar lo mejor posible, la imposibilidad de viajar en el tiempo. Lo inevitable de eso. Hay fechas que nos obligan a volar. A balancear. Y al menos para mi, balancear no es sinónimo de equilibrio, todo lo contrario. Me deja sentadita en un abismo catastral. No regreso fácilmente del regreso. No puedo volver al hoy. Una vez que cruzo esa línea que separa lo que pasó, de lo que está pasando, me cuesta mucho retomar lo que pasará. Y no hablo de futurología. O sí, tal vez hablo de Logias. Pero no del tipo astronómico.
    Me costó llegar. Fueron 710 km. Pensando en volver. ¿Volver a dónde si todavía no había llegado?. Pero me costó dar cada uno de los pasos que me trajeron acá. Por algo es que me fui. Por eso me niego a volver incluso en el recuerdo. Incluso en esta fecha en la que todos, hacen el puto balance del puto año que se va. Haciendo un brindis por el augurio de un año mejor que el que nunca termina de terminar. Contamos lo segundos para gritar “Feliz Año Nuevo” saludarnos, abrazarnos, mirarnos a los ojos después de un año de ni siquiera pensar los unos en los otros, pero esta fecha amerita, incluso, sentarse a llorar por los que ya no están. O tal vez, los que ya no están nos recuerdan, por mucho que nos amontonemos una vez al año, que un día, cualquier día, no vamos a poder regresar. Y a mi me pasa eso. No lo último. Tampoco lo primero. O tal vez son las dos cosas juntas. Tal vez me fui lejos, anticipándome a las ausencias futuras. (Y al final estoy haciendo futurología). Soy pesimista, sí. Creo que todo tiempo pasado fue mejor. Creo que no me adapto bien a los cambios o los cambios no se adaptan bien a mí. No me gustan las fiestas. No recuerdo un año que me hayan gustado, ni siquiera cuando Papá Noel se acordaba de pasar por mi arbolito. Siempre eran tristes. Siempre hubo ausencias. Siempre hubo fantasmas dando vueltas en la mesa navideña, al menos para mí. Siempre estuve esperando que alguien volviera. Pero no. Ya lo dije antes, no se puede volver de donde nunca se llegó. Este año sobrepaso todas mis futurologías. Supero los malos augurios, y me superó. Quiero que se termine de una puta vez. Quiero que nadie cuento los segundos. Quiero despertarme el 1ero. De enero y hacer de cuenta que es solo un día. Un día más para convivir con todo eso que me hizo, llorar, reír, crecer, volver, incluso volver, pero no involuciono más. Mal o bien, hasta acá llegué. Ladrando, pateando tapitas, puteando, nadando sin saber siquiera flotar, pero llegué. Acá estoy. Sentadita en el umbral de la puerta de mi casa. Como cuando tenía 7 años, y jugaba a adivinar la patente de los autos, esperando el auto de alguien que jamás llegó. Ahora soy yo la que no quiere volver. La que no quiere llegar.
    Así que chau 2007, andate bien lejos, a la puta que te parió. Año de mierda. Días de mierda. Andate y no vuelvas más. Ni para recordarme que antes que vos hubieron años felices, que hubo gente a la que quise y que ya no está más. Andate y no me aclares que aparece un 2008. No aclares que oscurece. No me importa si es 29, 31 o 1ero. Andate y pasa de largo, no te sientes a balancerte sobre mi cabeza, esta vez no. Seguí para otros lados, acá no hay nada que ver. Acá no hay donde volver. Así que si terminaste con tus días largos, cansados, de mierda, jodidos. Andate y no me jodas más. Ya bastante me jodieron tus predecesores. Ahora, andá nomás. Andá que yo me quedo sentada hasta que pase la tormenta, no sea cosa que pararme me obligue a brindar por un año más. No sea cosa que me obligue a llorar por los que ya no están. Andate 2007 y Feliz Navidad. (Ah, perdón, eso también paso de largo por acá).

Ene Ene ... (NoNatalia)

1 Arengaron conmigo


Estoy cansada. Me duele la espalda. Seguramente es por el esfuerzo de estas últimas semanas. No me puedo relajar. Me desmorono. Siento que me desmorono. Que no hay sostén. No hay nadie que me sostenga. No hay descanso. Y vine acá buscando descanso. Pero no. Otra vez no. Tantas veces no.
Ahora es basta. Basta de estar siempre esperando. Basta de estar ahí. Basta de estar. Me canse y parte del cansancio viene acumulándose de años de introspección. De años de “echarme la culpa” de hacerme cargo de cosas que no tengo porque ser responsable. ¿Será que si nos las hago yo no las hace nadie?. No lo se. Solo se que estoy cansada. Cansada y punto. Punto de llegada. Punto de salida. Nunca termina. No quiero el equilibrio eso es verdad. Es aburrido. Pero tampoco quiero esto. Tampoco quiero sentir que todo esta sobre mis hombros. Será por eso que me duele la espalda. Tanto dolor de espalda. Tanto peso. Y en la balanza no hay nada. Del otro lado una vez más no hay nada. Solamente frustración, y el rechazo perpetuado por mí. Por mi maldita manía de carencias insanas. Por mi maldita costumbre de necesitar creer. De necesitar y punto. De necesitarte. Vine acá para volver a empezar. Y sí. Efectivamente volví a empezar, todo lo mismo. Todo repetido, por mí. Por mi estupidez. Por mi ilusión de que un día alguien va a darse cuenta que estoy acá. Adentro de mi caparazón armada para desarmarte. De mi artillería barata. De mis armas depuestas, ante la mínima caricia. Como un perrito agazapado. Que después de ladrar, de ladrar por rabia, de rabiar por no saber llorar, ante el primer gesto de empatía, se entrega a la perversidad ajena. Así de sencilla soy en el fondo… o en el principio. Un modelo básico. No soy full, soy básica. Básicamente idiota. No puedo. Ya no puedo. Me duele la espalda. Vengo caminando desde Buenos Aires, y me quedo sin aire. No encuentro un puto lugar donde refugiarme. Donde descansar. Donde resguardar tanto sueño acumulado, tanto dolor adormecido. Tanta carga. Tanto peso. Tanto. Tonto. Tonta. Me siento a pensar. Y no puedo pensar. Tengo miedo. Tengo el mismo miedo que tuve esa noche, en la que sentí que no podía llorar. Que no estaba bien llorar. Entonces empecé a sangrar por dentro las lágrimas del temor. Del dolor escondido. De necesidades insatisfechas. De tanto desorden. De tanto caos. De tanto terror. Y me escondí. No se donde me escondí. Pero lo hice bien. Porque parezco fuerte. Porque me llevo años reencontrarme. Y ahora vuelvo a perderme. No puedo llorar. Ahora no puedo llorarte. No tengo tiempo. No tengo derecho. Tampoco tengo izquierdo. No tengo donde sentarme a llorar. Y a mi alrededor esta lleno de gente que no se da cuenta. Que no me escucha. Que no me ve. Perdí la capacidad de decir lo que siento. Lo que necesito. No se explicar qué me duele de todo. No se por donde empezar. Todo lo que me duele esta tan expuesto. Es tan obvio y a la vez tan escurridizo. No se llorar. No me salen las lágrimas. No quiero empezar. Quiero terminar de una vez por todas de llorarte. Me ahogo. Me duele la espalda y me ahogo. Me duele el cuello. Me duelen las manos. Me duelen los ojos. Me duelen los labios. Me duele no poder sacarme de encima todo esto que no se como se llama. Pero que me pesa. Me pesa y me duele. Me duele y me encadena a no se que puto destino. Malparido destino. Hace un año que no la veo. Exactamente un año. Y esto es solo el comienzo de tal vez, muchos años más sin verla. Y con ella. Mejor dicho con el NO ella, reaparecieron los vacíos de antaño. Reaparecieron las carencias de hace siglos. O tal vez solo se reeditaron. Pero esta vez no hay “Fe de erratas”. Esta vez es y punto. Las ausencias son ausencias y nada más. El que no está es porque elige no estar. El que lastima es porque elige lastimar. Y yo ya no puedo llorar. Me duele la espalda. Y tengo miedo. No puedo hablar. Otra vez me quedé sin palabras. Otra vez no se por donde empezar a decir todo lo que no puedo llorar. Otra vez… no tengo dónde. No tengo quién. No tengo cuando. Otra vez estoy conmigo y con nadie más. Otra vez estoy empezando a escaparme del afuera. Otra vez estoy escondiéndome en mi caparazón armada para desarmarte. Otra vez soy el fantasma que no reconoce espejos. Porque los espejos no reflejan fantasmas. Otra vez sin Otro del otro lado. Otra vez me duele la espalda. Estoy cansada. No tengo sueño y no puedo llorar. Otra vez la bronca...


Hoy hubieras cumplido 42 años.
 

Que parezca un accidente son todos putos incluso en blogger pero putos de verdad El gato todopoderoso la vida misma esta llena de herejes