Por favor explíquenme qué es lo que quieren de mí ¿quieren que me derrita? ¿Es eso, no? Porque otra explicación para 40 grados de calor no encuentro ¬¬. Dios.
Al margen, me preparo una caipirinha y empiezo a escribir. Malditos. Hoy quiero contarles una manera práctica para no engordar en época de fiestas. Empecemos desde el principio.
Me despierto a las 10 de la mañana y sarandeo a SDD para que se levante y vaya a comprar. [Nota al margen: desde hace 3 días el freezer de mi casa anda como el orto, tuvimos que descongelarlo y tirar todo a la mierda, lo que me obligo a no tener comida para alimentarme, incluso el día de navidad ¬¬, prosigamos].
El tipo duerme a pata suelta, y no me da pelota. Hace mucho ehhhhhh ehhhhhh muy torerito y me bardea. En eso me clava un codazo, porque claro, está durmiendo y se mueve bruscamente, además si contamos con que tiene un cuerpo esculpido por los Dioses del Squash, peor. Sigamos. No logro despertarlo por lo que decido, después de 2 horas de intentar moverlos, seguir durmiendo yo también. El teléfono me saca de mi sueño de algodones de azúcar (¿) y vuelvo a tratar de despertarlo, ya, a todo esto, son las 2 de la tarde. Maldito, levantémonos que tenemos que limpiar, le digo. Me putea un cacho, pero se levanta. Luego de 2 horas de darle duro y parejo al trapo de piso, [me descaderé, lo juro], le digo: che, ¿no tendríamos que ir a comprar? Sí, me dice, PERO LOS SUPERMERCADOS ESTAN ABIERTOS TODO EL DÍA. Y larga el trapo de piso y se va a jugar a los jueguito de la computadora. [Déjenme aclararles, que estamos hablando del día 24 de diciembre ¬¬].
Mientras tanto en Ciudad Gótica…
Yo, bañándome e imaginando el asado soberbio que voy a desgustar, luego de 3 días de comer sándwiches de miga, porque no tengo nada para comer, oh, la indigencia, oh, dejo un charco de baba a mi paso al mejor estilo caracol.
Llegan las 7 de la tarde y SDD sentadito en su computadora como si nada hubiera pasado, le grito: che, anda a comprar. Y me reitera que los súpermercados están ABIERTOS TODO EL DÍA. Ya a las 7 y media no puede más de patear sus obligaciones navideñas y emprende su viaje hacia el súper. A los 5 minutos me llama y me dice: ESTA CERRADO, NO ME DEJARON PASAR, me voy a dkjkgjfkg. Ok, le digo, confiada de que Papá Noel existe y de que no va a permitir que una de las niñas mas buenas del pueblo (¿) se quede sin su cena.
Al pedo, chicos, al pedo. No confíen ni en Papá Noel. ¬¬ oh, me sentí una homeless y estuve a punto de ir hasta la iglesia a pedir un huesito.
SDD me llama desde la puerta CERRADA del segundo súpermercado y me dice lo obvio: ESTÁ CERRADO.
Pero la puta madre. Salgo al balcón y veo que la verdulería de enfrente está abierta. Le digo, bueno, comprá papas Roberto, papas. Repito: PA PAS. Imagínense la tristeza de pasar una navidad vegetariana comiendo papas al horno.
El gato, que polulaba por la mansión, fue mirado en varias oportunidades con demasiado cariño. Sí, lo pensé, me imaginé al gato todopoderoso al spiedo. De paso recrearía las navidades, en las que, tradicionalmente y como fiesta pagana, se comían al jefe de la tribu, y todo estaba permitido ese día. O sea, si matábamos al gatito y lo hacíamos peceto, sin dudas, ese era el momento. Pero no. Como soy demasiado culposa, [oh, si para algo sirven las religiones es para generar culpas], no lo hice. Y me la banqué y me comí las papas al horno sin chistar. Pensando que algún día volvería a comer comida de verdad. Pero hoy, sábado, la promesa de CIERTA PERSONA de hacer asado todavía está inconclusa. Maldito ¬¬.
De este modo, uno podría evitar comer en exceso, [ni les cuento, beber en exceso], en épocas festivas. Cásense con alguien que no tenga noción de la ubicación tempo-espacial y tiene la dieta asegurada.
Y así, una vez más pasó navidad sin pena ni gloria, pero eso sí, con mucho pero mucho hambre. Buahhhhhhhhhh.
Un choricito, para la mesa 4 por favor!