viernes, 26 de agosto de 2011

Medio ciego y pelotudo

13 Arengaron conmigo



Me llega un mensaje al celular: NO HAY LUZ, SDD. La puta madre. Encima hoy SDD se va a un asado, o sea que sin luz y con mimadre es la noche ideal para el suicidio, pienso. Termino de trabajar y vuelvo a mi hogar. Entro y todavía no hay luz. Mi madre charla plácidamente con SDD en el living, mientras el gato se lame las partes en el futón.

SDD se dirige al baño y, cuando sale, se queja de que ‘algo’ sobrevoló su cabellera rubia y abultada (¿) DEBE SER UN PÁJARITO, dice. No, le dice mi madre, los pajaritos a esta hora ya están durmiendo. De pronto me veo inmersa en una conversación de niños de 4 años. SDD vuelve a sentarse a la mesa y siguen conversando. Yo, con el celular que, gracias a Lucho, todavía tiene batería, soy testigo involuntario de una sarta inconmensurable de idioteces, pero me contengo de comentar y/o corregir las pavadas que hablan entre ellos.
En el silencio de la noche, se oyen ruidos en el cuarto. En medio de la oscuridad, intentamos iluminar con una vela el pasillo que divide los cuartos para no caernos, fundamentalmente, no es bueno caerse en la oscuridad. Llegamos al cuarto, y mientras mi madre y yo sostenemos las velas, SDD levanta el sommier para ver si debajo del mismo hay rastros de alguna alimaña. Nada. En eso recuerdo que tenemos las de ganar y digo: pero ¿para qué tenemos un gato Ninja entrenado? Qué venga a hacer uso de sus atributos cazadores. La agarro y la obligo a investigar en la habitación pero el gato solo se sienta en el piso y me mira. Qué sexie sos, le digo. SDD abre los placares, busca debajo de la mesa del televisor, de la mesa de luz. Y en eso escuchamos un aleteo aterrador. En la caja, le digo, hay algo en la caja. Un escalofrío recorre mi cuerpo, bello y sensual, cuerpo. Mientras, el gato mira todo desde la cama lamiéndose, claro. Le digo, gato, anda a la caja, por favor, en éste momento es cuando debes sacar tus Superpoderes, hija. Salvanos del mal. Grito, pataleo, una gota de sudor frio recorre mi frente, bella y sensual, frente.
SDD se acerca lentamente a la caja para descubrir qué bicho está perturbando nuestra vida. Levanta la tapa y ahí está: un MURCIELAGO quedó trabado en el agujero de la caja de zapatillas. Salgo del cuarto al grito de: UN VAMPIRO, UN VAMPIRO que viene a chuparnos la sangreeeeeeeeee! Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. El gato nos mira, pero no atina a atacar al murciélago. Pienso en buscar su capa de Batman, pero ya es demasiado tarde, hemos encerrado al enemigo.
SDD, valiente como siempre, enarbola la caja con el bicho aleteando dentro, y se dirige hacia el balcón, sacude la caja, y deja libre al invasor.
Hago una performances de gritos, bailes y canticos, aduciendo que el bicho vino a chuparnos la sangre.
Mientras, mi madre y SDD debaten acerca de si los murciélagos ven o no ven en la oscuridad. Yo grito y bailo sin cesar. Al final, concluyen en que son medio ciegos, pero en la oscuridad sí ven. Me canso de escuchar idioteces y les digo: Yo no sé si ven o si tienen súper oídos en la oscuridad, pero lo que te puedo decir es que son medio ciegos y pelotudos, ir a meterse justo en el agujero de la caja.





¿No pueden decirme que sin luz y con un vampiro en la casa, mi vida no es cada vez más parecida a una película de terror? Aunque pensándolo bien, se parece más a un episodio de Los Simpson.














miércoles, 24 de agosto de 2011

Mi madre come morcilla

12 Arengaron conmigo
Me despierto y le hablo al gato, le digo: hija, por favorrrrrrrrr, no seas tan trola querés, no te regales así. Controlate. El gato me mira. Me mira y se echa a dormir ignorando mis consejos de madre. De madre y Argentina. Me levanto para hacer pan de semillas, rico pan. Amaso. Meto harina, meto agua, meto poquito aceite, meto sal, meto levadura, meto amasado. Listo el pan. Leva. Le doy forma de 2 panes redondos, levan de nuevo y van al horno.

Mi madre come morrrrrcilla. Le digo: sos una cerda. Me dice, qué tiene, si es sano, más sano que el chorizo. Cuando tenía anemia me daban de comer morcilla. Claro, le digo, pero ahora tenes 20 kilos más, caradura. A mí me gusta, me dice, y deglute como chancho, morcilla con pan. Asco. Yo, mientras, como milanesas de soja. Tristes y verdes milanesas de soja. Tristeza.

Mi madre, además de la morcilla, compró carne. Le COCINA AL GATO una especie de hamburguesa. Al final el gato lo rechaza, [porque prefiere la carne cruda, es tan callejera mi hija], y se lo termina comiendo ella. Le digo, parece que tenes hambre. Sí, me dice y morfa, morfa como muertadehambre. Termina de comer, y me dice:, pero si era una hamburguesita. Sí, le digo, del diámetro de un plato de 26cm, caradura.
El gato vuelve a mendigar. Nos pide. Nos llora. El gato come de todo, desde papa hervida hasta arroz blanco, todo mendiga, todo. La ignoramos.
Miro la tele y grito: acá, Unquillo es acá. Acá mismo. Me paro y bailo como Barney y grito acá, acá, acá, acá. Mi madre me dice: no grites, y se tapa los oídos. Yo grito más fuerte, apropósito. Me da bronca que coma morcilla. MI MADRE NO PUEDE COMER MORCILLA. Entonces, grito. Me vengo, digamos, por que come morcilla sin mi autorización.

Me paro y busco las frutillas que están en la heladera. Las lavo. Las como. Les hablo a las frutillas, les pregunto ¿por qué? ¿por qué no son mandarinas? Amo las mandarinas, y las extraño desde que las arrancaron de mi vida. Injusticia.
Mi madre me saca una frutilla, le digo, pero vos sos una termita, hija. No, me dice. Y se va. Mientras come frutillas dice, Uy, llega el Huracán Irene a EEUU. Pero tu hijo está en Seattle, no está cerca del mar (WTF), le digo. Y la tranquilizo. Ah, me dice.

Termino de comer las frutillas que NO SON MANDARINAS, y corro en busca del gato. El gato tiene su moño sexie y atrevido, lo luce. En eso veo que entra al baño, estimo que a tomar agua, pero al ratito escucho que vomita. Le digo a mi madre, EL GATO ESTA VOMITANDO.
Sale del baño medio borracho tambaleando. Se mete en el cuarto, se echa en el piso y empieza a llorar a los gritos. El gato llora, le digo a mi madre. Llora como parturienta. Me dice, le duele algo. Corro como en una película de acción (¿) y le digo, hija, por Dios, no llores, y le desato el moño. Es el moño ese de mierda, me dice mi madre. Te dije, te dije que la iba a ahorcar. Sacale ese moño de mierda. La vieja grita, está enojada y grita. La gata también grita, yo también grito. Gritamos todos. Esta casa es un loquero. Le saco el moño y el gato se va. Se ve que la estaba ahorcando. Ay, hija, por favor. Grito. Melodrama total. Sobre actúo el momento gato-acogotado. Bailo como Barney. Mi madre me mira y me dice, qué pelotuda, estás cada día más loca. Es porque como mucha verdura(?). Me dice, ves, tendrías que comer morcilla.




 

Que parezca un accidente son todos putos incluso en blogger pero putos de verdad El gato todopoderoso la vida misma esta llena de herejes