Me llega un mensaje al celular: NO HAY LUZ, SDD. La puta madre. Encima hoy SDD se va a un asado, o sea que sin luz y con mimadre es la noche ideal para el suicidio, pienso. Termino de trabajar y vuelvo a mi hogar. Entro y todavía no hay luz. Mi madre charla plácidamente con SDD en el living, mientras el gato se lame las partes en el futón.
SDD se dirige al baño y, cuando sale, se queja de que ‘algo’ sobrevoló su cabellera rubia y abultada (¿) DEBE SER UN PÁJARITO, dice. No, le dice mi madre, los pajaritos a esta hora ya están durmiendo. De pronto me veo inmersa en una conversación de niños de 4 años. SDD vuelve a sentarse a la mesa y siguen conversando. Yo, con el celular que, gracias a Lucho, todavía tiene batería, soy testigo involuntario de una sarta inconmensurable de idioteces, pero me contengo de comentar y/o corregir las pavadas que hablan entre ellos.
En el silencio de la noche, se oyen ruidos en el cuarto. En medio de la oscuridad, intentamos iluminar con una vela el pasillo que divide los cuartos para no caernos, fundamentalmente, no es bueno caerse en la oscuridad. Llegamos al cuarto, y mientras mi madre y yo sostenemos las velas, SDD levanta el sommier para ver si debajo del mismo hay rastros de alguna alimaña. Nada. En eso recuerdo que tenemos las de ganar y digo: pero ¿para qué tenemos un gato Ninja entrenado? Qué venga a hacer uso de sus atributos cazadores. La agarro y la obligo a investigar en la habitación pero el gato solo se sienta en el piso y me mira. Qué sexie sos, le digo. SDD abre los placares, busca debajo de la mesa del televisor, de la mesa de luz. Y en eso escuchamos un aleteo aterrador. En la caja, le digo, hay algo en la caja. Un escalofrío recorre mi cuerpo, bello y sensual, cuerpo. Mientras, el gato mira todo desde la cama lamiéndose, claro. Le digo, gato, anda a la caja, por favor, en éste momento es cuando debes sacar tus Superpoderes, hija. Salvanos del mal. Grito, pataleo, una gota de sudor frio recorre mi frente, bella y sensual, frente.
SDD se acerca lentamente a la caja para descubrir qué bicho está perturbando nuestra vida. Levanta la tapa y ahí está: un MURCIELAGO quedó trabado en el agujero de la caja de zapatillas. Salgo del cuarto al grito de: UN VAMPIRO, UN VAMPIRO que viene a chuparnos la sangreeeeeeeeee! Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. El gato nos mira, pero no atina a atacar al murciélago. Pienso en buscar su capa de Batman, pero ya es demasiado tarde, hemos encerrado al enemigo.
SDD, valiente como siempre, enarbola la caja con el bicho aleteando dentro, y se dirige hacia el balcón, sacude la caja, y deja libre al invasor.
Hago una performances de gritos, bailes y canticos, aduciendo que el bicho vino a chuparnos la sangre.
Mientras, mi madre y SDD debaten acerca de si los murciélagos ven o no ven en la oscuridad. Yo grito y bailo sin cesar. Al final, concluyen en que son medio ciegos, pero en la oscuridad sí ven. Me canso de escuchar idioteces y les digo: Yo no sé si ven o si tienen súper oídos en la oscuridad, pero lo que te puedo decir es que son medio ciegos y pelotudos, ir a meterse justo en el agujero de la caja.
¿No pueden decirme que sin luz y con un vampiro en la casa, mi vida no es cada vez más parecida a una película de terror? Aunque pensándolo bien, se parece más a un episodio de Los Simpson.